De los grupos informales a los distritos de economía solidaria
Todo comenzó hacia fines de los años 80 con el boicot a los productos alimentarios y artesanales fabricados por las grandes multinacionales. Los adherentes a las campañas de boicot hablaban así del llamado “consumo crítico”, un nuevo modo de hacer las compras respetuoso del ambiente y de los derechos humanos. Desde entonces, el consumo crítico se ha desarrollado rápidamente en toda Italia a través de los llamados Grupos de Compras Solidarias (GCS), asociados coordinadamente desde 1999 en una Red de GCS.
El GCS es una opción ética basada en la importancia de las relaciones humanas y en la cooperación con amigos y vecinos del barrio. El mecanismo es simple: el GCS no es otra cosa que un grupo de personas o de familias que realizan las compras en conjunto, eligiendo proveedores de acuerdo a criterios ético-ambientales muy precisos. Los productos deben provenir de cultivos de la agricultura orgánica gestionados por pequeñas empresas agrícolas o cooperativas de productores rigurosamente locales.
Los criterios utilizados son precisos: respeto por el ser humano (no a la compra de productos provenientes de multinacionales basados en la explotación de sus trabajadores y en la injusticia social), cuidado de la salud (productos no contaminados por pesticidas) y amor por el ambiente.
Como se explica en el documento base de la Red GCS: “Escoger productos locales significa reducir la contaminación, el consumo de energía y el tráfico ocasionado por el transporte de la mercancía. Asimismo, al viajar menos, los alimentos llegan más frescos a nuestras mesas y necesitan por tanto menos conservantes químicos. El envío de grandes cantidades de producto, embalados a granel y repartidos entre las familias en forma casera como se hacía antiguamente, reduce el uso de envases y embalajes (botellas, bolsas de papel o plástico) e impone la reutilización de los ya existentes (reciclaje)”.
El sistema de los GCS permite una relación directa entre productores y consumidores, así como el conocer de forma cercana las características de los alimentos, a través de visitas guiadas a las empresas campesinas proveedoras. De este modo, como explican los “compradores solidarios”, los productos y alimentos salen del anonimato y adquieren una “historia propia”.
En los últimos años las compras solidarias han estado traspasando los límites del sector alimentario. Los GCS italianos, que apuntan a transformarse de grupos informales a verdaderos distritos económicos alternativos, piensan ahora en la compra colectiva de energía limpia como primer paso para la auto-producción territorial. Muchos grupos se están organizando para promover la instalación de paneles fotovoltaicos y otros sistemas para la utilización de fuentes renovables de energía (como la geotermia), evitando así una dependencia permanente de los grandes grupos económicos que proveen de gas y electricidad.
Actualmente se avanza además en campañas denominadas “Vestir Crítico” con la posibilidad de desarrollar cadenas de abastecimiento alternativas de fibras naturales como algodón, cáñamo y lino.
Fuente: www.greenplanet.net
Todo comenzó hacia fines de los años 80 con el boicot a los productos alimentarios y artesanales fabricados por las grandes multinacionales. Los adherentes a las campañas de boicot hablaban así del llamado “consumo crítico”, un nuevo modo de hacer las compras respetuoso del ambiente y de los derechos humanos. Desde entonces, el consumo crítico se ha desarrollado rápidamente en toda Italia a través de los llamados Grupos de Compras Solidarias (GCS), asociados coordinadamente desde 1999 en una Red de GCS.
El GCS es una opción ética basada en la importancia de las relaciones humanas y en la cooperación con amigos y vecinos del barrio. El mecanismo es simple: el GCS no es otra cosa que un grupo de personas o de familias que realizan las compras en conjunto, eligiendo proveedores de acuerdo a criterios ético-ambientales muy precisos. Los productos deben provenir de cultivos de la agricultura orgánica gestionados por pequeñas empresas agrícolas o cooperativas de productores rigurosamente locales.
Los criterios utilizados son precisos: respeto por el ser humano (no a la compra de productos provenientes de multinacionales basados en la explotación de sus trabajadores y en la injusticia social), cuidado de la salud (productos no contaminados por pesticidas) y amor por el ambiente.
Como se explica en el documento base de la Red GCS: “Escoger productos locales significa reducir la contaminación, el consumo de energía y el tráfico ocasionado por el transporte de la mercancía. Asimismo, al viajar menos, los alimentos llegan más frescos a nuestras mesas y necesitan por tanto menos conservantes químicos. El envío de grandes cantidades de producto, embalados a granel y repartidos entre las familias en forma casera como se hacía antiguamente, reduce el uso de envases y embalajes (botellas, bolsas de papel o plástico) e impone la reutilización de los ya existentes (reciclaje)”.
El sistema de los GCS permite una relación directa entre productores y consumidores, así como el conocer de forma cercana las características de los alimentos, a través de visitas guiadas a las empresas campesinas proveedoras. De este modo, como explican los “compradores solidarios”, los productos y alimentos salen del anonimato y adquieren una “historia propia”.
En los últimos años las compras solidarias han estado traspasando los límites del sector alimentario. Los GCS italianos, que apuntan a transformarse de grupos informales a verdaderos distritos económicos alternativos, piensan ahora en la compra colectiva de energía limpia como primer paso para la auto-producción territorial. Muchos grupos se están organizando para promover la instalación de paneles fotovoltaicos y otros sistemas para la utilización de fuentes renovables de energía (como la geotermia), evitando así una dependencia permanente de los grandes grupos económicos que proveen de gas y electricidad.
Actualmente se avanza además en campañas denominadas “Vestir Crítico” con la posibilidad de desarrollar cadenas de abastecimiento alternativas de fibras naturales como algodón, cáñamo y lino.
Fuente: www.greenplanet.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario